El H2 producido es extremadamente volátil debido a su bajísima densidad, lo que hace muy exigente su transporte hasta los usuarios. En forma gaseosa, es concebible el transporte por tuberías; en forma licuada, el hidrógeno puede transportarse hasta el consumidor en camiones cisterna aislados o camiones cisterna. En este caso, hay que contar con tasas de fluctuación no despreciables. Además, el H2 tiene la propiedad de fragilizar los materiales, lo que debe tenerse en cuenta en la vida útil y el diseño de todos los componentes de la planta. Especialmente para la producción de hidrógeno "verde", debe garantizarse en el lugar de producción no sólo la disponibilidad de suficiente electricidad "verde", sino sobre todo de suficiente agua de la mejor calidad.