No cabe duda de que el sector del transporte marítimo internacional contribuye con una parte apreciable a las emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes, tanto en los océanos como en el interior del planeta. La mayoría de sus motores de propulsión queman combustibles con un alto contenido de azufre y un bajo nivel general de pureza. Este problema ha sido reconocido y se ha iniciado en todo el mundo la transformación de los sistemas de propulsión de los buques. En consecuencia, se han fijado límites de emisión más estrictos que están entrando en vigor gradualmente (la Organización Marítima Internacional - OMI define los requisitos de protección medioambiental para la navegación marítima en el "Convenio internacional para prevenir la contaminación por los buques" (Convenio MARPOL)).